domingo, 11 de mayo de 2014
Capítulo 3: El inicio.
Rubén.
Vale, Rubius, control. Tu hermanastra está que lo flipas de buena y es una borde. Todas las guapas son huecas, aun que ésta parece que no, que lo único que tiene es que es más fría que los pies de Mangel en pleno Enero. Cogí una sertén y la puse al fuego. Sí, estaba haciendo la cena, ___(tn) estaba colocando toda su ropa en el armario mientras yo preparaba unas salchichas de frankfurt, no soy un gran cocinero, pero sé freír.
Sentí como unos pasos se acercaban a la cocina y paraban en seco. Giré la cabeza y me encontré con una sexy y despreocupada ___(tn). Llevaba un pijama negro, con copos de nieve blancos, algo caluroso para Abril.
-¿Tengo monos en la cara?-dijo mi hermanastra con un aire de superioridad-
-Sí-comencé a reír-y muy feos.
Ésta rodó los ojos, se acercó rápido a mi, y en un movimiento rápido, me pegó la colleja de mi vida. ¿Pero qué cojones?
-¿Qué coño has hecho?-dije en blanco, aun sin creerme que me hubiera pegado-
-No me denuncies-dijo dirigiéndose hacia la puerta- no quiero ir a la cárcel por maltrato animal.
La leche, tenía unos humos que flipas. Y lo peor es que yo no le había hecho nada, no hay quien entienda a las mujeres. Terminé de hacer la cena y repartí las salchichas en dos platos, cogí el ketchup y un par más de salsas y las llevé al salón donde ____(tn) estaba viendo la televisión, me fijé en que estaba viendo mientras dejaba los platos sobre la mesa, Hora de Aventuras. Era una serie guay. Me senté en la mesa, enfrente de mi plato y miré fijamente a ___(tn), la cual pasaba olímpicamente de mi y miraba fija la televisión. Carraspeé la garganta y ésta me miró.
-¿Qué?-dijo por decimocuarta vez, borde-
-Que la cena está en la mesa-dije elevando las cejas y gesticulando las manos-
Se levantó entre resoplidos y se sentó enfrente de mi con su plato y comenzó a comer en silencio.
-Mañana iré a buscar trabajo-soltó de repente mientras echaba ketchup sobre las salchichas-
-Genial-dije con una sonrisa- ¿de qué te gustaría trabajar?
-De lo que sea-dijo sin mirarme a la cara-
-No creo que te cojan con las pintas que llevas-dije inocente, mientras masticaba una salchicha-
-¿Qué le pasa a mis pintas?-elevó la voz y me miró fijamente con sus ojos azules-
-Nadie te cogerá si tu cara atrae a todos los imanes de Madrid-dije soltando una carcajada-
-Y eso lo dice el chico que trabaja haciendo el imbécil en Youtube-dijo ____(tn) levantándose indignada y dando un fuerte golpe en la mesa- ¡será gilipollas!-gritó dirigiéndose hacia su habitación-
____(tn).
¿Pero de que cojones va Rubén? Dice que por mi apariencia no tendría sitio en el mundo laboral, es que no le mato porque iría a prisión. Cerré de un portazo la puerta de mi habitación y me tiré en mi cama. Cogí un cojín y lo aplasté en mi cara. Grité. Grité todo lo que pude, saqué toda mi rabia en un ahogado grito. Realmente Rubén es imbécil. Joder. Es que me cago en Dios. Saqué de mi cara el cojín y cogí mi móvil que estaba tirado sobre la mesita de noche. Y puse la música bien alta. ''Krewella - Alive''. Esa canción era de las pocas que conseguían sacar mi rabia fuera. Al llegar al minuto uno de la canción, todo estaba mejor. Pero ahora, si no aguantaba a Rubén, ahora lo odiaba.
Debía encontrar un trabajo de doce horas para verle la cara lo justo y lo necesario. Apagué la música con la intención de dormir, pero del otro lado de la pared escuché un ''Muy buenas, criaturitas del señor, hoy os traigo un nuevo vídeo de Outlast...'' no me lo puedo creer. ¿Ahora se pondría a grabar? Es que no me cago en su madre porque es buena persona, tío.
Giré sobre mi misma con la intención de dormir, cerré los ojos y poco a poco mi músculos se fueron relajando hasta tal punto que casi no los sentía, cuando de repente un grito del otro lado de la pared me sobresalta y hace que abra los ojos como platos. ¡Es que me cago en la virgen! Me levanté de mala gana y caminé a pasos agigantados hacia la habitación de Rubén, sin llamar me adentré en ésta y le vi sudando, con una gorra y en la pantalla ''Game over''.
-¡Me cago en Dios!-grité- ¿no puedes grabar a las cinco de la tarde?-me acerqué indignada hacia la pantalla de su ordenador y apretando un botón, apagué la pantalla-
-¿¡Pero qué haces!?-saltó Rubén de la silla quedando a centímetros de mi- grabo a la hora que me da la gana, que para eso es mi casa.
-Por muy casa tuya que sea, ahora vivo yo-dije retándolo con la mirada- y grabarás a las cinco, porque yo, tendré un trabajo de los de verdad, de esos que se madruga.
Y sin dejarle responder, salí de la habitación y entré en la mía pegando un fuerte portazo. No llevaba aquí ni un día y ya había peleas.
Estaba claro, que la guerra, no hacia más que empezar.
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