jueves, 24 de abril de 2014

Capítulo 2: Adiós Noruega, que te den.







Eran las doce de la noche, el avión salía en una hora. Mi padre y Agnes me acompañaban a el aeropuerto en coche, la noche estaba fría y calmada. Miraba inmersa en mis pensamientos por la ventanilla, ¿qué me esperaría en Madrid? estaba claro que el tonto polla de mi hermanastro, pero aparte de eso, ¿encontraría trabajo? Si no era así y en cuatro o cinco meses no había encontrado trabajo debería volver a esta mierda de lugar, con la mierda de gente y la mierda de todo. Realmente no tenía ningún sueño, ninguna meta, solo buscaba una vía de escape, esta no es como yo me la esperaba, pero algo es algo. 
Lo único que tenía claro era que no me pensaba enamorar, mi corazón estaba cerrado con candado, pin, contraseña y un orco de Mordor resguardandolo. Y nadie es capaz de superar todas esas barreras. 

-Hemos llegado-dijo mi padre cuando aparcó el coche- 

Bajé del coche medio adormilada, el frío de Noruega chocó contra mi cuerpo, tirité levemente y me sacudí para conseguir algo de calor. Mi padre abrió el maletero y llevó él la maleta más pesada mientras yo, llevaba las dos más livianas. Agnes, emocionada, llamó de nuevo a su hijo Rubén, vamos, el tonto polla. Intentando disimular, me puse a su lado y escuché lo que le decía. 

-¿Rubén?-dijo dubitativa- hijo, en cinco horas llegará ___(tn) al aeropuerto de Madrid, sí, a las seis de la mañana, ¿estarás allí? genial, hijo, adiós, te quiero. 

No me jodas que sería al primero que le vería la cara al llegar a Madrid. Joder. Que depresión, tío. Bufé. Entramos por fin al aeropuerto y nos dirigimos hacia unos banquitos cerca de la terminal que a mi me tocaba, mi padre se sentó a mi lado y me pasó su brazo por encima de mis hombros, con soberbia, posé mi cabeza sobre su pecho y suspiré. Mi padre era el único que conseguía ablandarme un poquito el corazón. Suspiré pesadamente, no lo vería en tiempo, aun que no lo quisiera reconocer, le echaría mucho de menos. 

-Pasajeros para el vuelo 309B-empezó a hablar una mujer de la nada, como si tuviera la nariz taponada- destino a Madrid, pasen por la terminal doce. 

Había llegado el momento. Con pereza, me levanté del banco y miré hacia la puerta de embarque, no había mucha gente, sólo una familia y una pareja de ancianos, genial, más avión para mi. Me di la vuelta quedando cara a cara con mi padre, éste con una maravillosa sonrisa, me rodeó con sus fuertes brazos dejándome casi sin respiración, ¡joder!, que no me voy a la guerra. No dije nada, solo rodee su cadera con mis brazos, no llegaba a tocarme las manos, pues mi padre era un hombre muy grande. Al deshacer el abrazo, Agnes me sonrió con dulzura y me dio un liviano abrazo. No era mala mujer solo, un poco plasta, demasiado. Y bueno, yo tengo asco a todo el mundo. De mi mochila de mano saqué el billete y el pasaporte, y con el último adiós me dirigí hacia la puerta de embarque, yo era la última en embarcar. Llegué a la puerta y di mi pasaporte a una azafata rubia oxigenada, con aires de superioridad y un pedazo de grano en la frente que parecía un unicornio.  

-Aquí tiene señorita-dijo la azafata entregándome mi pasaporte ya fichado- 

Sin tan siquiera mirarla, me dirigí hacia el largo pasillo, cual final era el avión. Llegué al avión y subí a éste, estaba casi vacío. Busqué mi asiento, asiento 24, lo encontré, iría sola, genial, así podría espachurrarme. Cogí mi móvil para distraerme, me coloqué los cascos y puse ''You & I - One Direction'' sí, escucho One Direction, sí, son mi banda favorita, lo son desde que tengo quince años, y no cambiará. Me han ayudado a superar mis lágrimas con sonrisas, y para mi, son muy grandes. 
Me metí de nuevo en Twitter y twittee un rato hasta que el avión despegara, aun que no sé que coño están esperando, si no va ha subir nadie más, coño. Miré mis notificaciones, y otra vez, el tonto polla. 

''@rubiu5: ¡tan solo seis horas para verte, hermanita!'' 

Madre mía, como sea así de tonto fuera de Twitter, le voy a tener más asco aún. ¿Pero que edad tiene este tío? Según Agnes veinticuatro, ¡coño!, parece que tiene catorce. Negué varias veces mentalmente y por primera vez, le respondí. 

''@darkness___: si, coño, si >:D'' 

Espero que lo lea en modo borde, porque es lo que quiero, que pesadilla. Salí de Twitter, si me respondía le mandaría a la mierda, y todavía ni le he visto. 
El avión comenzó a arrancar, sentía como cada vez iba más rápido, hasta que llegó un momento, que comenzó a levantarse. Al fin. Adiós Noruega, que te jodan. 
Me tumbé cómoda, me quedaban seis horas de viaje, seria duro. Poco a poco, mis ojos se fueron cerrando del cansancio, hasta que de un momento a otro, quedé dormida. 



-Señores pasajeros-dijo una voz lejana a mi sueño- quedan quince minutos para aterrizar en Madrid. 

Abrí los ojos de golpe, ¿qué cojones? ¿había dormido seis horas seguidas? La madre que me parió, soy una jodida marmota. Miré a los lados algo desorientada y estiré mis entumecidos músculos lo máximo que pude. Miré por la ventanilla. Dioses. Madrid de noche y desde arriba es lo más precioso que mis ojos han podido admirar. Las farolas brillaban como estrellas, hacían extrañas formas y algunas nubes tapaban el hermoso paisaje y eso lo hacia más misterioso. 




Sentí como el avión aterrizaba poco a poco. Ya en el suelo, descendía la velocidad considerablemente. Hasta que paró en seco. Los pasajeros, los pocos pasajeros, fueron bajando poco a poco. Cogí mis maletas de mano, y ya quedándome yo sola en el avión, salí emocionada. Era la primera vez que pisaba España, y Madrid, mi ciudad favorita, el corazón saltaba de alegría. Pero en mi cara no había emoción alguna, como de costumbre. Estaba saliendo por la puerta de embarque cuando a lo lejos le veo. No me jodas que ha venido hasta la puerta de embarque. Estaba de pie, apoyando en una de las grandes columnas mientras jugaba con su móvil. Llevaba una sudadera de cuatros de colores, una gorra negra y verde y unos pantalones pitillo caídos. Tiene complejo de skater ¿o qué? Sin pensármelo dos veces, me dirigí a él, total, iba a vivir con él y si me escapaba me volvía a Noruega. Estaba impregnado con los jueguecitos del móvil, este es tonto. 

-Hola-dije cuando ya estaba a su lado- 

Rubén levantó la cabeza asustado. Sus ojos verde militar se quedaron clavados en mi cara y una pequeña sonrisa se dibujó en sus finos labios. 

-¡Hola, ____(tn)!-dijo feliz, saltó a darme un abrazo pero me aparté en seco- 
-No te flipes-dije con cara de asco- tengo mi espacio. 
-Oh-dijo rascándose la nuca- lo siento. 

Sin decir palabra, me dirigí hacia la cinta donde las maletas rodaban y rodaban. Paré en busca de la mía. Observaba cada maleta, y al fin la mía apareció, la cogí rápido, pero tenía una mierda de fuerza, ¡joder! ¿cuanta ropa me había traído? y yo que tengo idea de comprarme más, joder. 

-Anda, dame eso-dijo Rubén cogiéndome la maleta. No le iba a negar que me la llevase, pues creo que esa maleta pesa más que yo- 
-Gracias-dije seca- 

Salimos del aeropuerto y Rubén metió las maletas en un coche rojo que había justo delante de la puerta de entrada. Respiré profundo. Respiré el aire contaminado de Madrid. Una fila enorme de taxis blancos con una cinta azul se tendían sobre la calle y cientas de personas pasaban a toda prisa, con maletas y mochilas, sin mirarse unos a otros. 

-¿Vamos?-dijo mi hermanastro abriendo la puerta del conductor del coche- 

Sin decir nada, abrí la puerta del copiloto, y me senté dentro. Observé el interior del vehículo, era elegante y olía a pino. Enseguida el coche se puso en marcha y aceleró por las calles de Madrid. Observaba por la ventanilla los altos edificios y las diferentes discotecas, bares y lugares de ocio que se tendían sobre éstas, ¡coño!, si hay hasta un puticlub. 
Llegamos a la famosa Plaza de España, había una gran fuente adornando el centro de la plaza, los chorros caían de lo alto y chocaban contra el suelo de ésta, era maravilloso. Rubén aparcó en el primer sitio libre que vio, se quitó el cinturón y me miró atento, ¿qué coño esperaba que hiciera? 

-¿Qué?-dije mirándole a la cara con soberbia- 
-Que bajes-dijo del mismo modo-

Rodé los ojos y bajé del vehículo. Hacia calor, bastante, contando que estamos en Abril, es lógico. Me quité mi chaqueta y observé como Rubén sacaba mis maletas de su maletero. Agarré las más livianas y esperé a que estuviera listo observando las calles y callejones que había a mi alrededor. 

-Vamos-dijo poco después de cerrar su coche con llave- 

Seguí sus pasos y llegamos a un pequeño portal, la puerta era negra y los azulejos eran blancos con extraños dibujos. Rubén dejó la maleta a un lado y rebuscó en su bolsillo trasero. Sacó un manojo de llaves juntadas con varios llaveros de Minercraft, Mario Broos y demás y me dejó pasar a mi primero. Encendí la luz del portal y observé éste por dentro, era pequeño, y tenía escaleras, unas escaleras altas y gordas, y adivinad, no tenía ascensor, rezo porque no viva en un quinto, porque pobrecito, subir mi maleta cinco pisos. Reí mentalmente. Que coño, ojalá viva en un quinto. 

-Es el primero A-dijo subiendo las primeras escales con mi maleta a cuestas. Mierda- 

Subí detrás de él. Llegamos al primer piso y abrió la puerta. El interior de la casa estaba completamente a oscuras, me adentré en ésta con Rubén a mis espaldas y éste encendió la luz del recibidor. Era un pequeño recibidor que seguía con un largo pasillo, seguí caminando y a mi derecha había una puerta. 

-Te enseñaré la casa-dijo mi hermanastro abriendo la puerta de mi derecha- esta es la cocina. 

Asentí y observé su interior, muebles blancos, suelo blanco, azulejos blancos, y platos sin fregar. Seguimos por el largo pasillo y llegamos a un gran salón con una televisión de plasma enorme, un sofá rojo con un cómodo puf a juego. Pegado a la pared, había una mesa cuadrada de cristal con cuatro sillas negras a juego, había un gran ventanal que tenía unas vistas a la oscura calle. Seguimos caminando y me enseñó el cuarto de baño, tonos marrones, una gran ducha y cosas de tío por doquier. 

-Y esta es tu habitación-dijo tomando el pomo de la puerta que estaba justo al lado del baño- la he decorado según los gustos que dice mi madre que tienes...-y abrió la puerta. La habitación estaba oscura, curiosa, me adentré y encendí la luz- 

¡Dios! Es... es preciosa. Una de las paredes es negra y las demás azul celeste, un gran póster en la pared de mis cantantes favoritos, entre ellos One Direction. Una cama de matrimonio gigante con un edredón negro con salpicones de colores, un escritorio de los mismos tonos que las paredes, unas cortinas de los mismos tonos que el edredón. En mi cara, se dibujó una pequeña, diminuta y casi invisible sonrisa. 

-Vaya-dijo mi hermanastro sorprendido- la primera vez que te veo sonreír, eso es que te a gustado ¿no?-preguntó dubitativo apoyándose en el marco de la puerta-
-Sí-dije borrando la sonrisa de mi cara- no te acostumbres a verme sonreír, pocas veces lo hago-dije borde- 
-Creo que mi hermanastra es una mal follada-dijo huyendo a toda prisa- 
-¡Ni tú te lo crees!-grité asomándome por el marco de la puerta- 

Cuando de repente escucho un ''miau'' proveniente de mis pies, curiosa, bajé la mirada y me encontré con un pequeño gatito negro, realmente adorable. Enternecida, me agaché y lo recogí con mis brazos. Éste, se revolvió cariñoso entre mis brazos y comencé ha acariciar su cabecita, escuchaba sus dulces ronroneos. 

-Te ha caído mejor Raspberry que yo-dijo apareciendo Rubén de las sombras- 
-Pues sí-dije sincera- 

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